jueves, 28 de febrero de 2013

Odio...

...esa puta impotencia cuando ves a alguien llorar y no sabes qué hacer,... Si, esa...
Ese repentino nudo en la garganta que hace acto de presencia... Menuda mierda...

Si me hubiesen dado una moneda cada vez que me ha pasado podría construir un castillo con ellas, y duele más si se trata de alguien a quien quieres... Obviamente.

No sé por que razón se me contagian las lágrimas, es algo que odio, no poder mostrarme serena por culpa de un maldito velo salado. Se deberá a alguna estúpida razón que no entiendo...
E intento con todo mi esfuerzo distraer a esa persona, tranquilizarla, ampararla, pero ninguno de mis intentos tiene sentido si no sé que pasa. 

Suelo meter la pata, y sé bien que cuándo alguien llora lo último que debe preguntarse es el porqué, pero es un acto reflejo,... Y odio cuando se me escapa.

 He llegado a la conclusión de que lo mejor es el espacio, dar tiempo para que se pase, o simplemente (que es lo que más suelo hacer) darles un abrazo tan fuerte que ni las lágrimas puedan salir... 

Pero, sin duda, lo más reconfortante es cuándo haces sonreír a esa persona, la misma que tiene los ojos rojos y a la que se le cae el moco, esa persona que nadaba en agonía... Esa sonrisa que no sabes de dónde ha salido, ni tampoco sabes por qué... Es gratificante, es algo que te empuja a seguir animando a esa persona,...

Hay que quedarse con esos momentos, al igual que se debe intentar crearlos.

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