lunes, 4 de marzo de 2013

Tienda de antigüedades

Todos mantenemos ese rinconcito oscuro dentro de nosotros, dónde se amontonan muebles, pesetas, trapos viejos,... Ese rincón en el que cualquier cosa es invisible a los ojos de aquel que desconoce que esos trastos viejos acumulan polvo,...


Y parece ser que siempre hay más espacio de sobra, parece no llenarse nunca, por mucha mierda que encierres, ese rinconcito va a seguir medio lleno, o medio vacío, depende de como se quiera mirar... Lo asombrosamente fascinante es la capacidad que tenemos de amontonar cosas, sin deshacernos de ellas, las guardamos "por si acaso",  y esas tres palabras se convierten en un lastre, una muletilla, una justificación.

Sin darnos cuenta del daño que nos produce, al menos no desde un principio, pero poco a poco nos damos cuenta de que incluso el mismo Diógenes se volvería loco con tanta acumulación innecesaria.

Y cuesta, cuesta desprenderse de aquello que ha quedado encerrado en ese rinconcito de penumbras y sombras, pero eso no significa que sean imprescindibles... Un penoso ejemplo podría ser el de conseguir que un bebé dejase de lado el chupete... A algunos les cuesta más, a otros menos, pero siempre se consigue...

Lo que quiero decir es, que deberíamos poner un cartel de rebajas en nuestra tienda particular de antigüedades.

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