Esta semana se me ha tachado de cursi, más veces de las que pueda contar. Y odio admitir que tienen razón, no es que lo vea todo color rosa, es tan sólo que debido a las historias que he devorado a lo largo de los años han creado expectativas que, valga la redundancia, sólo existen en esas historias.
No intento excusar el hecho de estar al extremo del ridículo, ni voy a recriminarle a la factoría Disney el hecho de crear personajes para entretener a su público. Simplemente me encogeré de hombros y continuaré leyendo esas historias que tanto me perjudican.
Ser cursi me da la oportunidad de emocionarme más de lo que debería, yo no veo las cosas de color de rosa, puedo contar con tantos colores como me apetezca, y me gusta.
Me han dicho que hay una delgada línea entre el romanticismo y la cursilería... Bueno pues, citando a Joey Tribbiani diré que dicha línea es ahora un puntito para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario